El reto consiste en escribir un total de cincuenta y dos relatos: uno por semana, de manera intensiva -uno cada día-, o solamente doce -uno cada mes, a escoger de la lista-. La iniciativa la han organizado los chicos de El libro del escritor, y resulta interesante por muchos motivos por supuesto pero en especial creo que por hacer que no perdamos el hábito de escribir, para mantener viva la buhardilla y para enriquecernos, y si además consigo causar alguna sensación en los que los leáis... Mejor que mejor.
Para el primero he escogido el número veintidós: escribe un relato que tenga lugar durante una tormenta.
El sobresalto y la angustia de la pesadilla llegaron a su
boca en forma de grito sofocado. Le costó unos instantes recordar dónde estaba
y después, por qué. Miró alrededor: mantas de tejido grueso, la bolsa de cuero
colgada de un palo sustentante en la tienda y la lona de cuero protegiéndolos
de la lluvia.
Lluvia… La tormenta se había cernido sobre ellos una hora
antes de conseguir acampar, había cubierto el cielo por completo y los había
obligado a detener la marcha por culpa del fango en que se había convertido el
bosque, así que buscaron un recoveco seco en el descenso de una hondonada y
pusieron allí la tienda.
Ella se incorporó con cuidado llevando consigo un chal y se
asomó a la puerta. Ya llevaba varios días con él, viajando. No se lo había
pensado demasiado, quería salir de su pueblo, quería ver mundo y aquella
oportunidad le había venido como anillo al dedo.
Pero a pesar de los días de camino que llevaban, aún
extrañaba su cama o más que su cama, una cama. Dhargus había construido su
propio sistema de tienda y llevaba con él una especie de almohada fina que enrollaba
para transportarla y que hacía más cómodas las noches. Aun así, Yvette se
sentía extraña.
El agua había mojado todo el campo, a lo lejos podía ver
correr el arroyo y los rayos todavía estaban cerca, la tormenta había reducido
pero no amainado del todo, todavía había relámpagos y la lluvia caía sin cesar.
Le salpicaba, estaba fría y ella cálida, recién salida de las pieles y bueno…
Miró atrás.
De él. Entre boca abajo y de lado enredado en la manta de
piel, con el brazo alargado hacia el hueco que ella había dejado y el principio
de una cicatriz lejana en la espalda, con los rizos caídos alrededor y
expresión tranquila escondiendo en la ceja un deje de preocupación que según
ella había observado, solo tenía cuando dormía durante un viaje así, en
cualquier parte. Yvette sonrió de lado mirándolo. Se había sentido muy atraída
los últimos días y más aún las últimas horas... Pero una extraña sensación la
asolaba ahora, como una nostalgia hacia quien estaba siendo cuidadoso desinteresadamente
con ella. No podía ser nostalgia pues él era una persona nueva, era algún tipo
de sentimiento evocador extraño, con su pelo suave y su olor a bosque y a algo
extrañamente dulzón.
La chica suspiró. Ni siquiera sabía por qué había hecho
aquello. Vale que quería salir de su hogar, sentirse viva y ver mundo, sí, pero
no sabía por qué en el fondo se había embarcado en aquel viaje con él casi sin
pensárselo… Lo miró de nuevo, evocando el sonido del bosque la noche anterior, envueltos
en sus respiraciones.
Parecía que escondiese algo sin saberlo y sin querer,
escondía el por qué a su pregunta, la respuesta a la rapidez e inconsciencia
con que ella se había marchado con él sin pensarlo apenas. Sin embargo no
dejaba de sentir una especie de alivio y relajación sabiendo precisamente que lo
que estaba haciendo era de locos, marcharse sin pensar…, inconsciente, pero
extrañamente y a su vez sentía que hacía lo correcto. Y eso le valía como
respuesta… Era demasiado sencilla o lógica, tanto, que no la veía de lo cerca
que estaba y lo simple que era. Como el agua o el humo, sabes que están, sabes
que no puedes atraparlos por una simple razón pero eso no te impide querer
sujetarlos.
Gruñó en sueños.
– Vuelve a dormir pequeña…
–Ah, ahora soy pequeña. –Yvette se metió de nuevo entre las
pieles y se quedó mirando al techo airada y pensando que le iba a costar
conciliar el sueño. No le gustaba que la llamasen pequeña, no después de… bueno.
– Con el agua… –Ronquidos. Un par de respiraciones profundas–
…brbr..barro… Será difícil avanzar… –bostezó sin darse cuenta y echó la mano
sobre las caderas de ella, que terminó por ablandarse viendo su propia mano
sobre la de él, con inconsciencia. Se hizo un ovillo y respiró su aroma sin
saber por entonces que era todo lo que necesitaba para dormir.
-Diez años después de leerlo por primera vez-
ResponderEliminarMe gusta, pero has creado un mundo/historia mucho más grande que un solo relato y eso me chirría porque quiERO SABER MÁS
-Otra cosa. Me cuesta encontrar los retos en tu blog *carita de ¿puedes poner un link, porfi?*-
¿Nadie te ha dicho nunca que eres un amor? <3
EliminarTiendo a escribir escenas de cosas que parecen conectadas y trato de darle una conexión... pero sí, esto tiene un trasfondo xD Espero ir intercalandolo poco a poco.
Los retos puedes encontrarlos arriba en la barra, en "retos", pero igual te dejo el link; si te refieres a los relatos propiamente del reto, no he subido más porque acabo mañana los examens (*^* por fin) y me han tenido el coco ahí cual víctima de sanguijuela.
http://lecturadebuhardilla.blogspot.com.es/p/retos.html
Un abracico :3